Vivimos tiempos de cambios profundos, cambios tecnológicos, sociales, económicos, políticos… cambios que suponen avances, oportunidades, pero también grandes  desafíos e incertidumbres y no pocos riesgos. Es por ello que necesitamos tiempos y espacios para detenernos, reconocernos y no perdernos en la vorágine del cambio; para darnos cuenta también que lo esencial permanece, debe permanecer: reencontrar nuestras raíces, nuestra necesidad de pertenencia a un grupo humano con el que compartimos valores, esperanzas y apoyos. La familia, el pueblo, el barrio, esas realidades cotidianas imprescindibles para una vida permanente humana.

Las Fiestas de octubre de Adeje son siempre una oportunidad para detenerse en ese reencuentro, en la alegría compartida que es en realidad el verdadero sentido que tienen los actos de la fiesta. Al cumplir el voto de nuestros mayores a la Virgen de la Encarnación nos vinculamos a las raíces más profundas, trascendentes y valiosas de esta comunidad humana que es Adeje. 


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